En el mismo límite del período que consideramos en este capítulo está Francisco Ignacio de Lardizábal, nacido y muerto en Zaldibia (1806-1855), autor de Testamento zarreco eta berrico condaira (1855, reimpreso en 1887), arreglo del Royaumont como el del labortano Larreguy, para el que sin duda tuvo presente la versión de éste. Es probablemente la obra que ha sido más leída en Guipúzcoa en los últimos cien años, y no sin razón: aunque algo monótono, Lardizábal es un buen hablista y un buen narrador. Se le debe también una Gramática vascongada (1856), basada en Larramendi.