A fines del siglo, el padre Bernard Gasteluzar, de la Compañía de Jesús, publica sus Eguia Catholicac («Verdades católicas») en Pau, en 1686. Se trata de un poeta fino y delicado y también de un experto innovador en materia de metro que marcha, quizá sin saberlo, por el mismo camino que Oihenart. Sus versos, a pesar de su finalidad didáctica y popular, son cultos por su variada versificación y por su ropaje mitológico, aunque el jesuita no introduzca éste más que para desecharlo. Así en los primeros versos del libro:
Urrun adi Parnasseco
Musa çahar profanoa
Eta çu çato ceruco
Musa berri divinoa.