En el país vasco-español se reunieron en este siglo dos colecciones de refranes con traducción castellana, de más interés lingüístico que literario. El dialecto de ambas es el vizcaíno, al igual que el de la fórmula de profesión que se acaba de citar.
El historiador Esteban de Garibay y Zamalloa, a quien ya nos hemos referido como transmisor de algunos cantares antiguos nacido en Mondragón en 1533 y autor entre otras obras del Compendio historial de las chrónicas y universal historia de todos los reinos de España (Amberes, 1571), dejó consignado en sus Memorias que había enviado dos colecciones de refranes en lengua vascongada, a petición de éste, al también guipuzcoano don Juan de Idiáquez, del Consejo de Estado de Felipe II. Se supone que una de ellas se ha conservado en un códice (G 139) de la Biblioteca Nacional de Madrid, copia del siglo siguiente, y en un manuscrito hoy desaparecido (Cc. 79), contemporáneo de Garibay, que se encontraba en la misma Biblioteca y fue «regalado» por el erudito Benito Maestre a Francisque-Michel. No vieron la luz hasta el siglo pasado.