Sin embargo, no es Xavier María de Munibe el fundador del teatro vasco, ya que nos es conocida una obrita que debió representarse antes que El borracho burlado, aunque quedara inédita. Se trata del Acto para la Nochebuena, de Pedro Ignacio de Barrutia, escribano de Mondragón entre 1711 y 1752, un auto breve y sencillo en torno al nacimiento de Jesús, que no está muy lejos de ser una de las mejores piezas del teatro vasco, y sin duda lo es en su género.
Su historia no deja de ser aleccionadora. Descubierto por Juan Carlos de Guerra, halló gracia ante los ojos de su editor, Azkue, por ciertas particularidades arcaicas de su lengua. No obstante, se creyó obligado a excusarse en una nota justificando la publicación en la antigüedad de la obra, a pesar de sus impurezas. Más adelante, no parece que los contados historiadores de la literatura vasca le hayan prestado la menor atención, a pesar de su evidente valor artístico. Ahora además el reciente estudio de G. Aresti ha puesto de manifiesto su novedad técnica. La acción es doble en parte, como también lo son los personajes. Pasado y presente, sagrado y profano, Belén y Mondragón se entrecruzan y combinan mediante un artificio tan hábil como sencillo.
¿Es en realidad la obra de Barrutia un hecho único sin precursores ni continuadores? No es posible decirlo. Hoy, se nos aparece completamente aislado pero, si recordamos que pudo perfectamente no haber llegado hasta nosotros y que no sabemos nada de las circunstancias en que se compuso y representó, se verá que nada tiene de inverosímil que piezas análogas hayan desaparecido sin dejar señal de su existencia.