Uno de los mejores que han escrito en guipuzcoano, el mejor a juicio de muchos, es Juan Bautista Aguirre, de Asteasu (1742-1823), autor de unas explicaciones (Eracusaldiac) sobre la confesión y la comunión (1803, con dos reediciones) y de un tratado más extenso, en tres volúmenes, publicado después de su muerte (1850). Fuera de su finalidad principal, la obra de Aguirre constituye una fuente importante para el conocimiento de ideas y costumbres guipuzcoanas en el cruce de dos siglos que desgraciadamente no ha sido bien aprovechado.