Toribio Alzaga, donostiarra como Soroa y Baroja, ha conseguido elevar la calidad del teatro guipuzcoano sin quitarle su carácter popular con una larga lista de comedias originales y algunas adaptaciones (Macbeth, Ramuntcho). En Ciboure, cuando tenía trece años, tuvo un papel en la representación de Iriyarena; estrenó su primera obra, Aterako gera, en 1880. Estuvo durante muchos años al frente de la revista Euskal-erria, y cuando el Ayuntamiento de San Sebastián creó la Academia de Lengua y Declamación Vasca, le fue confiada su dirección. Tenía para escribir comedias agradables un gusto mucho más depurado que sus predecesores, sentido teatral, visión cómica y acierto en la caracterización de los personajes. Su paisano J. Avelino Barriola, de obra menos abundante, se inclinó resueltamente por el drama: Goi-argi, Lagun txar bat, etc.