Alexander Tapia Perurena, poeta pamplonés en euskara
Joxemiel Bidador
Diario de Noticias, 2000-8-13
El pasado viernes 11 de agosto se cumplieron 101 años del nacimiento de este gran poeta pamplonés de quien el pasado año, y coincidiendo con su cien aniversario, el Ayuntamiento de Pamplona editara una recopilación de parte de su obra poética.
Dentro de la colección de libros en euskara que edita el Ayuntamiento de Pamplona y en la que se recogen los trabajos ganadores del certamen para autores jóvenes que convoca el mismo consistorio, se han incluído otros trabajos de interés como los textos ganadores de los certámenes de 1882-86 y 1926-28 preparados por el periodista Alberto Barandiarán o la recopilación de los poemas de los poetas pamploneses Alexander Tapia Perurena y José Agerre. El libro que recoge los poemas de Tapia Perurena fue editado el año pasado, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. El hecho de haber rescatado del olvido a uno de los mejores poetas en lengua vasca no sólo de Navarra sino del panorama literario de la época de la preguerra, supuso todo un acicate dentro del mundo euskaldun de la ciudad. No obstante, la opacidad unidireccional que habitualmente existe entre ambos mundos culturales, el vasco y el castellano, no ha permitido que la obra de Tapia Perurena haya llegado, como fuera deseable, más allá del mundo culto euskaldun. Prueba de ello es la escasa repercusión que el centenario del poeta tuvo en la vida cultural de la ciudad, resumida a la edición del citado libro y a alguna conferencia, los cuales se hicieron coincidir con la feria del libro. Convencidos como estamos de la valía de este autor, y en la seguridad de que la obra de Tapia Perurena no sólo pertenece a la Pamplona vascoparlante sino también al resto de la ciudad, vaya este apunte sobre su figura y obra teniendo como vanal pretexto el 101 aniversario de su nacimiento.
Pamplonés
El poeta Alexander Tapia Perurena nació el 11 de agosto de 1899 en el número 11 de la pamplonesa calle de Navarrería. Bajo la vivienda, su familia regentaba una de aquellas tiendas tan usuales y a la vez tan olvidadas de aquella Pamplona de fin de siglo, chocolate y velas, de las que hoy en día no nos resta más que el recuerdo de los mayores y casa Donazar. Siendo como era el tercero de cinco hermanos, el joven poeta trocó el mostrador del negocio familiar por los estudios, realizando un prolongado periplo estudiantil que de Pamplona lo llevó primeramente a Bilbao donde permaneció por un espacio de tiempo de tres años, precisamente hasta que diera comienzo la dictadura de Primo de Rivera en 1923. De la villa del Nervión pasó a París donde estuvo otros tres años, tras los cuales marchó definitivamente a la ciudad alemana de Tübingen donde pudo ejercer como lector de castellano en la universidad gracias a su amigo Aingeru Irigarai que fue quien le ofreció la invitación que él mismo no pudo aceptar por haber obtenido recientemente una plaza de médico en Pamplona.
Tapia Perurena no regresó a su ciudad natal hasta que fue instaurada la II República, y aún entonces también regresó en alguna ocasión a la ciudad alemana, como lo hizo en la primavera de 1933. Durante los años en que se mantuvo con vida la República Tapia trabajó como contable para sus parientes de la harinera Ilundain. Es en estos años cuando además comenzó su andadura como profesor, primeramente enseñando euskara en el colegio de los capuchinos de Lekaroz, y más adelante dando clases particulares en su domicilio de la calle Aldapa de Pamplona, no sólo de euskara, sino de otras lenguas que dominaba como el alemán y el francés, o de otras materias ajenas a las lenguas, siendo muchos de sus alumnos estudiantes de magisterio faltos de un último empujón. Como sucedió con otros muchos intelectuales, la guerra del 36 no mató físicamente al hombre pero sí pudo con el poeta a quien venció impúdicamente silenciándolo para siempre. Tapia Perurena siguió con sus clases particulares privándonos de su hacer poético hasta que falleciera un 11 de mayo de 1957, demasiado pronto para superar su fundado miedo, vacía desilusión y vital hastío.
Euskaltzale
Fue Tapia Perurena un gran amante del euskara. Aunque su familia era oriunda de Lesaka y Leitza, sus padres, de recias convicciones carlistas, no vieron la necesidad de enseñarle su lengua materna, por lo que Alexander hubo de aprenderla de forma tardía y autodidacta, lo que no parece le resultara de una gran dificultad. Para cuando marchó a Bilbao ya debía poseer algunos conocimientos. No parece que pudiera acudir a las clases que impartiera el escolapio Lertxundi entre 1910 y 1912 dada la edad del jovencísimo Tapia. Para cuando Jesús Arantzadi hiciera lo propio en la escuela de magisterio en 1922 Tapia ya se había marchado de Pamplona. Por tanto puede suponerse que aprendió de la mano del mismo Campión, a quien llama maestro en alguno de sus poemas, y con José Agerre, quien impartió clases de euskara en el Centro Vasco de la capital navarra desde 1913. Lo cierto es que los primeros poemas escritos por Alexander Tapia en euskara comienzan a publicarse a partir de 1921, generalmente con el sobrenombre de Iruña´tar Alexander, y fundamentalmente en la página en euskara que para el diario jeltzale Euzkadi dirigía el afamado escritor Evaristo Bustintza más conocido como «Kirikiño».
Ya hemos dicho como a su vuelta de Alemania Tapia ejerció como profesor de euskara en el colegio de Lekaroz. Aprovechando su estancia en el valle de Baztan Tapia llevó a cabo el triple cuestionario llamado Erizkizundi Irukoitza que impulsado por la Academia y su presidente Azkue tenía como objeto recabar información de las diferentes variedades de la lengua para su posterior unificación. Alexander Tapia cumplimentó el cuestionario con las respuestas dadas por Paula Etxenike, lekaroztarra de 75 años, lo que nos da buena idea del nivel de conocimiento de la lengua que poseía el pamplonés.
Poeta
Aunque de Alexander Tapia se conocen algunas colaboraciones en prensa y al menos una obra de teatro, Kattalin umezurtza, que fue localizada y publicada por José María Satrustegui, la obra literaria que nos ha legado éste es fundamentalmente poética. También escribió en castellano, pero fue muy poco lo que llegó a publicar en esta lengua, siendo el euskara el vehículo de expresión básico elegido por el de la calle Navarrería. Sus primeros poemas aparecieron publicados en el diario jeltzale Euzkadi que se publicaba en Bilbao, justamente en la ya citada página en euskara que dirigía Kirikiño. Desde 1921 la página en euskara de este diario presentó una veintena de poemas firmados por Iruña'tar Alexander. En los mismos años Tapia publicó sus poemas en los semanarios donostiarras Euskal Esnalea, Yakintza, Kaiku y Argia, en las publicaciones americanas Laurak bat y Baskonia, y en los semanarios pamploneses Amayur y Zeruko Argia.
Por otra parte, Tapia Perurena no permaneció ajeno al movimiento poético vasco de preguerra. Estando aún en Bilbao, envió su largo poema «Miren Josune» a los juegos florales que fueron celebrados en Etxarri-Aranatz en 1923. Así mismo, Tapia participó en las cuatro primeras ediciones del Olerti Egun, día de la poesía vasca, que organizado por la asociación Euskaltzaleak se celebraron de 1930 a 1936. La primera edición de este día fue la realizada en Rentería en honor del poeta Luis Jauregi Jautarkol, y aunque fue ganada por el poeta vizcaino Esteban Urkiaga Lauaxeta con su poema «Maitale kutuna», el jurado resaltó los trabajos de José María Agirre Lizardi y de nuestro Tapia. La segunda edición fue realizada en Tolosa, en honor de Emeterio Arrese, y fue ganada por el citado Lizardi con la obra «Baso Itzal», siendo la obra de Tapia alabada por los miembros del jurado entre los que se encontraban Orixe, Lauaxeta o Mourlane Mitxelena. La edición de 1932 fue realizada en Hernani en homenaje al fabulista Pascual Iturriaga y fue ganada por el capuchino Joaquín Bedoña Loramendi con el poema «Burruntze leioan». Por último, Tapia Perurena presentó sus poemas a la edición de 1933 celebrada en Urretxu en recuerdo del bardo Iparragirre, pero en esta ocasión tampoco obtuvo el máximo galardón que se lo arrebató el también capuchino Francisco Etxeberria, quien estaba de misionero en China ajeno a todo el movimiento literario. Tal vez por ello Tapia decidiera no presentar más trabajos a este certamen. Por suerte, el también poeta José Ariztimuño Aitzol realizó una edición especial para cada uno de los certamenes con las mejores poesías presentadas a los mismos, Eusko Olerkiak, en la que los poemas de Tapia son recogidos con su traducción pertinente al castellano.
Respecto a la calidad literaria de la obra de Tapia Perurena hay que comenzar afirmando que a pesar de su alta valía, hoy en día se carece aún de un estudio en profundidad de su intencionalidad poética. Contemporáneos suyos lo han definido como «romántico selecto de inspiración viva y fecunda», «atildado escritor eúscaro y delicado poeta, publicó poesías de elevado lirismo», «hombre humilde y de delicados sentimientos escribió en un hermoso vascuence que no le venía de la cuna sin alejarse del acento popular», «poseía una cultura poco común y tradujo del alemán directamente al vascuence algunas poesías de Uhland y otros románticos germanos», y críticos más modernos como Jon Kortazar dicen de él que «una corriente más objetivista y costumbrista guió su producción». Lo cierto es que la calidad literaria de Tapia Perurena está fuera de toda duda, siendo su obra poética merecedora de un estudio serio, el cual pueda permitir que la misma ocupe el lugar que le corresponde.