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«Historia de la literatura vasca»
Koldo Mitxelena

Minotauro, 1960

 

        La actividad de su contemporáneo Sabino de Arana-Goiri (1865-1905) fue principalmente política. Sin embargo, a pesar de lo breve y accidentado de su vida y de lo variado de su obra, escribió bastante en vascuence, en prosa y verso. Para la literatura cuentan sobre todo sus poesías, editadas en Bilbao en 1919. Muestran, como señala Ormaechea, fuerza y emoción auténtica expresada a veces en fórmulas de rotunda concisión, pero, a pesar de que utilizó frecuentemente metros populares con melodías conocidas, su lenguaje adolece de una cierta dureza. No obstante, sería injusto medir su influencia en la literatura vasca por la huella de su obra original. El alcance de aquélla es mucho mayor, y se manifiesta no sólo en sus seguidores incondicionales (Luis de Eleizalde, el padre Arriandiaga, en la poesía el padre Ramón de Rentería) [22] que llegaron a veces a extremar sus tendencias, sino también en los que no lo eran e incluso en los que proclamaron abiertamente su oposición. De Arana-Goiri más que de nadie procede en último término el mayor empuje y ambición de los escritores posteriores. El poema que como a maestro le dedicó Lizardi [23], por ejemplo, no es una simple fórmula de cortesía, sino el escueto reconocimiento de una deuda.

        Arana-Goiri fue hombre de voluntad férrea como se ve en su misma actitud con respecto a la lengua que no poseía de niño y adquirió después sin ahorrarse fatigas en un plazo breve con medios que hoy nos parecen muy insuficientes. Tenía además una ciega admiración, muy vasca, por la lógica: en nombre de la consecuencia nunca vacilaba en aceptar una conclusión, por extraña que resultara, si ésta parecía seguirse de los principios que se había fijado. Por esto es él el responsable principal, aunque no el único, de un cierto ideal de pureza que ha tenido larga vigencia entre nosotros. Ha consistido éste en rechazar los términos vascos de origen extraño, que como se sabe no son escasos, aunque estuvieran ya avecindados en la lengua desde fechas muy antiguas. Todavía resulta más grave su tendencia, acentuada en algunos de sus discípulos, a innovar en la gramática siempre que la «lógica» parecía exigirlo. Todo esto ha sido en resumen poco provechoso para la lengua: afortunadamente, el resultado necesario de esta tentativa, la ruptura con la tradición literaria y el habla popular, no ha llegado a consumarse.

 

[22] Hay una antología del padre R. de Rentería: Olerkiak (Tolosa, 1935).

[23] Figura en la primera ed. de Biotz-begietan.

 

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