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«Historia de la literatura vasca»
Koldo Mitxelena

Minotauro, 1960

 

        Juan Ignacio de Iztueta (1767-1845), natural de Zaldibia, es el primer seglar guipuzcoano que escribe libros en vascuence sobre temas profanos. Hombre de humildes principios, su afición a las danzas del país que conocía a la perfección y de las que fue maestro hasta su muerte le movió a escribir Guipuzcoaco dantza gogoan garrien condaira (1824), la mejor descripción de los bailes guipuzcoanos, con un cuaderno de melodías impreso en 1826, no sin atraerse las iras del irascible fray Bartolomé [39]. Compuso también una historia de Guipúzcoa, Guipuzcoaco provinciaren condaira edo historia (1847), que el historiador Carmelo de Echegaray calificó de «insigne monumento de candor».

        Esta historia consta de dos partes de muy distinto valor. Una, la última y más extensa, es una larga y enojosa relación de las hazañas bélicas de los guipuzcoanos, en la que siguiendo en parte a la Suma de Zaldibia se atribuye a éstos toda suerte de heroísmos, empezando por la desesperada resistencia de los cántabros frente a Roma. En la otra Iztueta nos cuenta lo que conocía directamente: paisaje, flora y fauna, productos naturales, instrumentos, juegos y costumbres, la vida de los labradores y pastores. Son trozos que se leen con agrado y no sin utilidad, si se descuenta lo hiperbólico de los continuos ditirambos [40].

        Como prosista Iztueta propende a la redundancia y no siempre supo manejar los neologismos manufacturados por Larramendi con la discreción que éste reservaba para las criaturas de su propia mente. Esto resulta particularmente evidente en las traducciones de documentos oficiales, cuyo texto vasco sería punto menos que ininteligible, como se ha solido indicar, si no fuera acompañado del original. Cuando se olvida del ornato, sin embargo, el lenguaje de Iztueta es castizo y natural.

        Sigue siendo popular, aunque no es muy poética, la canción Contzeciri, escrita en la cárcel después de seis años de prisión para la que después había de ser su segunda mujer, también detenida por entonces. Existe, no se sabe bien por qué, quizá por la atmósfera de égloga que envuelve todas sus obras, la costumbre de presentar a Iztueta, al menos por omisión, como el prototipo de todas las virtudes patriarcales. El hecho es que, si merece confianza una carta del cuáquero navarro Luis de Usoz y Río, estuvo en la cárcel —y no en la de la Inquisición, según él pretendía [41]— por haber sido salteador de caminos y bandolero en compañía de su hermano; la que luego fue su mujer estaba condenada por infanticidio. La esperanza de Usoz de que algún alemán se inspirara en la vida de nuestro autor para un drama al estilo de Die Räuber quedó frustrada [42].

 

[39] En Plauto bascongado (1928), que corre con el nombre de Juan José Moguel cuando en realidad se trata de cartas a él dirigidas por fray Bartolomé. Iztueta le dio una respuesta muy digna en una carta bilingüe, impresa al año siguiente.

[40] Es importante lo que sobre la censura dice un comentario manuscrito acerca de la obra de Iztueta, publicado por el padre Donostia: «el pueblo guipuzcoano carece, en verdad, de las grandes ventajas de la prensa; lo uno porque en su lengua apenas hay más escritos que los necesarios para enseñar los principios de la religión, algunos exercicios devotos y tal cual obra filológica...; lo otro, porque aun cuando algunos guipuzcoanos quisieren como Iztueta escribir sobre varias materias, tendrían que sujetarse a la censura del corregidor, cuja autoridad en nombre de un govierno despótico se hace sentir con tanto más peso en este punto, cuanto que es el único en que no esté templado por los fueros y franquicias del país».

[41] Siempre según Usoz, Iztueta no era precisamente un liberal, por lo que no tuvo dificultades con la censura: «La obra de éste se imprimió en la época que se proclamaba en España Altar y Religión, trata sobre los bailes y su gran moralidad, y está escrito por un vandolero... Iztueta pasa entre los que lo conocen por realista, absolutista o servil, como aquí dicen».

[42] La carta de Usoz al conde Gräberg de Hemsö ha sido publicada por A. Irigaray, BRSVAP 14 (1958), 278 ss.

 

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