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Otro garaztar ilustre: Jean Barbier

 

Joxemiel Bidador

 

Diario de Noticias, 2001-11-4

 

        Escaso es el conocimiento que, por lo general, los navarros peninsulares tienen de la Navarra continental; si atendemos la nómina de los bajo-navarros ilustres, cuántos son los olvidados después de algunos no siempre demasiado conocidos como aquel Doctor Navarro Uharte de San Juan; recientemente se han cumplido 70 años del fallecimiento del escritor Jean Barbier, también de San Juan, buena excusa para comenzar a enmendarnos.

        Jean Barbier Ofizialdegi nació un 7 de julio de 1875 en la capital de Ultrapuertos, San Juan de Pie de Puerto, Donibane Garazi. Su padre era un tornero de Irisarri mientras que su madre era de un caserío cercano a Mendibe, navarros por tanto. Como otros muchos de los jóvenes de su tiempo y lugar, Barbier estudió en Hazparren, en el seminario menor de Larresoro y en el mayor de Bayona, ordenándose sacerdote en 1898. Fue enviado entonces a Tolosa donde obtuvo el doctorado en teología. Finalizados sus estudios dos años más tarde fue nombrado profesor en Larresoro. Posteriormente, en 1905, marchó de vicario a la catedral de Bayona, y en 1913 de párroco a Senpere, donde permaneció hasta su muerte el 31 de octubre de 1931. La temprana muerte de Barbier estuvo relacionada con el abuso del fuerte medicamento que usaba para combatir sus habituales migrañas.

        Podría decirse que la afición literaria de Barbier comenzó a cultivarse al calor del hogar de las historias y cuentos oídos a sus mayores. No es de extrañar, por tanto, que su hermano León fuera así mismo un buen bertsolari, célebre cuentacuentos y poeta ocasional, como lo demuestran sus poemas Ene andrea, andre ttipia y Garaziko libertimendua. El primer trabajo conocido de Jean Barbier fue el poema Itsas-arraintzaleaz, sobre los pescadores del mar, con el que obtuvo el primer premio en los juegos florales de Sara de 1897. En los siguientes años envió sus poemas a los juegos florales de Senpere, Hendaia, Urruña y Buenos Aires, obteniendo algún que otro reconocimiento. Esta marcha poética quedó truncada cuando comenzó su labor como párroco. Sus sermones, en cambio, no estaban exentos de bastante literatura. Se cuenta una anécdota muy explicativa del celo predicador de Barbier. Con ocasión de la celebración del Corpus Christi de 1929 se acercó a Bayona con objeto de predicar el cardenal Charost. Cuando éste ya llevaba cerca de una hora de sermón, sin viso alguno de querer acabar, Barbier preguntó a uno de los parroquianos que le rodeaban si no le parecía excesivamente largo, ez duzuia luze kausitzen, a lo que el buen hombre le respondió con cara de circunstancias pero no sin sobrada sorna, que los de Senpere hacia tiempo que estaban acostumbrados, gu senpertarrak usatuak gare.

        Una de las más importantes labores de Barbier fue la creación de la revista Gure Herria en 1921. Parece ser que la idea de crear esta publicación fue de un pequeño grupo de jóvenes, entre los que se encontraba el mismo Barbier. Tomaron la decisión mientras se resguardaban de la lluvia bajo un puente del camino de Milafranga, lo que rubricaron de manera más oficial en una opípara comida que Barbier les ofreciera en su casa abacial de Senpere y en la que decidieron el nombre de la misma. El trabajo literario realizado por Barbier en la prensa vasca, fundamentalmente en los semanarios Gure Herria y Eskualduna, apareció generalmente firmado con los seudónimos Ganich, Nehor, Orduan Gazte o Haurmaite. No contamos aún con una antología de todos sus escritos periodísticos.

        Además de su amplitud, la producción literaria del sacerdote de Garazi abarcó diversos géneros. Cronológicamente, y después de su primera creación poética, Barbier publicó un puñado de obritas teatrales en su revista: Sorgiñak (1922), Zubietako debrua, Kauserak eta kruxpetak (buñuelos y empanadas), Gauden eskualdun y Xilintxa sorgina. Esta producción teatral, tan propia de la Vasconia continental, quedó nuevamente reflejada en su conocido libro Supazter xokoan, impreso en la casa editorial Foltzer de Baiona en 1924. Esta compilación de relatos al calor del fuego del hogar, pues así se podría traducir el título de la misma, además de los cinco mencionados textos teatrales está compuesta por 25 cuentos, todos ellos modelo y ejemplo de lo que debe ser el buen vasco. Este interés de Barbier por la tradición quedó así mismo reflejado en sus recopilaciones de cuentos folclóricos, Ixtorio-mixterio (Bayona, 1929) y el bilingüe Légendes du Pays Basque d'après la tradition (Paris, 1931).

        Pero la obra cumbre de Barbier fue la novela Piarres, publicada primeramente en folletones en la revista Eskualduna. Con posterioridad, y ya en formato de libro, la novela Piarres se publicó en Bayona, la primera parte en 1926 y la segunda en 1929, acompañada de diferentes fotografías así como de un certero prólogo del fabulista Jules Moulier Oxobi, navarro de Bidarrai y amigo literario del garaztarra. Piarres es una historia lineal centrada en las vivencias de su personaje, el mayor de los seis hijos de Gaxuxa y Tomás, paradigma del vasco tradicional, baserritarra y contrabandista, pelotari y muslari excepcional, católico hasta la médula pasando las largas veladas invernales leyendo libros religiosos en euskara al amor de la lumbre junto a toda su familia, y aunque sin mencionarlo, probablemente con la pipa de tabaco en la boca. Junto a la figura de su personaje, el paisaje del no tan ficticio caserío Oihanalde de Senpere cobra una significación especial. A medida que la narración avanza, el regodeo sensitivo en el que la descripción va envolviendo al autor resta importancia cuantitativamente a la misma acción, convirtiéndose la novela más y más en una galería pictórica de cuadros de costumbres reflejo de un tiempo que se va yendo, que ya se ha ido. La segunda parte de la novela, la publicada en 1929, tiene como comienzo la Gran Guerra europea de 1914-1918, estando dedicada además al soldado y diputado vasco Jean Ibarnegarai, vecino del cercano Uharte-Garazi, representante de la extrema derecha francesa, ministro con Petain, quien además se negó a ayudar a los vascos huidos de la guerra civil española y de la posterior dictadura franquista. Encontramos en el relato de las acciones guerreras de Piarres la definitiva perfilación del clásico euskaldun fededun con el sentido grito Biba Frantzia maitea. En la Navarra meridional tampoco nos fue muy diferente bajo la boina roja, ya que el liberal euskaldun ha sido siempre una especie en claro peligro de extinción.

 

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